jueves, 10 de marzo de 2016

RADIACIÓN. EVAPORACIÓN Y SUDOR.



3.1.         RADIACIÓN. EVAPORACIÓN Y SUDOR.


Es la acción y efecto de irradiar (despedir rayos de luz, calor u otra energía). Para la física, se trata de la energía ondulatoria o de las partículas materiales que se propagan a través del espacio.
Existen diversos tipos de radiación. La radiación electromagnética es aquella supone la propagación de energía mediante la combinación de campos eléctricos y magnéticos oscilantes. Se conoce como espectro electromagnético a la distribución energética de las ondas electromagnéticas, que van desde los rayos gamma (cuya longitud de onda se mide en picómetros) hasta las ondas de radio (con longitudes de onda que pueden medirse en kilómetros).
La radiación corpuscular consiste en la propagación de partículas subatómicas que se desplazan a gran velocidad con carácter ondulatorio. Dichas partícula pueden estar cargadas o descargadas desde el punto de vista eléctrico.
La radiación solar es el conjunto de las radiaciones electromagnéticas que emite el Sol y que determinan la temperatura en la Tierra.
La radiación ionizante, por su parte, propaga la energía suficiente para ionizar la materia. Esto quiere decir que la radiación ionizante produce iones y extrae los electrones del estado ligado al átomo.
Los generadores de rayos X y los aceleradores de partículas son ejemplos de radiación ionizante. Es importante tener en cuenta que las radiaciones ionizantes producen efectos sobre la materia viva. Por eso puede ser utilizada para tratamientos de radioterapia en oncología, por ejemplo:
La radiación ionizante también puede ser dañina para los seres vivos, ya que la exposición excesiva a este tipo de radiación puede producir envenenamiento e interferir en el proceso de división celular.
 Es la acción y efecto de evaporar o evaporarse. Este verbo, por su parte, hace referencia a la transformación de un líquido en vapor.
Durante el proceso físico denominado evaporación, una sustancia líquida pasa lenta y gradualmente a un estado gaseoso, una vez que haya adquirido la energía necesaria para aumentar su superficie. Es importante no confundir este término con ebullición, ya que la evaporación no requiere de una temperatura en particular; más aún, cuanto mayor sea ésta, antes tendrá lugar.
Cabe mencionar que se trata de un fenómeno absolutamente necesario para el ciclo de la vida, dado que el agua en estado gaseoso se condensa y se convierte en nubes, las cuales recobran su forma líquida durante la lluvia, que mantiene fértiles nuestros suelos. Asimismo, este regreso del agua a la tierra puede darse a través de las nevadas, de rocío o de niebla.
Sobre la superficie de una sustancia líquida, a menos que haya alguna obstrucción, una porción de sus moléculas se encuentra en estado gaseoso; cuando ésta se equilibra se establece la presión de la fase gaseosa saturante, que no está directamente relacionada con el volumen, sino con la temperatura y el tipo de líquido. Si la cuantía de gas es menor a dicha presión, entonces tiene lugar la evaporación, ya que un porcentaje de las moléculas cambia de estado; por otro lado, si la presión es igual a la de la atmósfera se da la ebullición.
Cuando muy pocas moléculas se encuentran cercanas a la superficie y realizando un movimiento dirigido correctamente para lograr salir del líquido en algún momento, el porcentaje de evaporación es limitado. Más aún, dado que las que consiguen escapar son las que poseen más energía que las restantes, la sustancia sufre una reducción considerable de su temperatura (esto se denomina enfriamiento evaporativo, y tiene lugar durante el fenómeno de la sudoración).
Con respecto al sudor, cabe señalar que durante su evaporación se elimina más de un veinte por ciento del calor de nuestro cuerpo, dado que el agua posee un calor específico particularmente alto y la energía que requiere para evaporarse la resta de nuestro organismo, haciendo que su temperatura disminuya. Más específicamente, para eliminar 1 g de sudor son necesarias 0,58 Kcal; éstas se obtienen de la piel, lo que ocasiona que se enfríe y eventualmente afecte la temperatura corporal. Cuando una corriente de aire seco reemplaza al húmedo, se ve un incremento en la evaporación.
Es posible distinguir entre la evaporación insensible, que se da a través de nuestro tejido cutáneo (cuando la humedad del aire no alcanza el 100 por ciento) y por las fosas nasales, y evaporación superficial, que proviene de las glándula sudoríparas, las cuales existen en muchas partes de nuestro cuerpo, pero sobre todo en la zona inguinal, las axilas, la frente y las palmas de las manos y los pies.
Si la evaporación tiene lugar en un contenedor cerrado, aquellas moléculas que consiguen escapar del líquido se agrupan en estado gaseoso encima del mismo y muchas de ellas vuelven a su forma líquida. Cuando este proceso de ida y vuelta llega a un equilibrio (llamado evaporativo) ya no se dan más transformaciones en la presión del vapor (que en este caso se denomina saturado) ni en la temperatura de la sustancia.
Para la hidrología, ciencia natural que estudia las aguas, la evaporación es considerada una variable muy significativa cuando se busca calcular el balance hídrico (la relación entre la entrada y la salida de recursos hídricos durante un período específico de tiempo) de las cuencas hidrográficas, sea total o parcial, tomando en cuenta su superficie de origen
El sudor es un fluido orgánico segregado por las glándulas sudoríparas. Lo habitual es que se genere a través de la transpiración, que es un mecanismo natural para la regulación de la temperatura corporal.
De este modo, cuando una persona transpira, las glándulas sudoríparas producen sudor que luego se evapora. Este proceso contribuye a la refrigeración del organismo, evitando que se caliente demasiado.
El sudor, por otro lado, puede generarse a modo de respuesta ante diversos estímulos que excitan el sistema nervioso simpático. Por eso cuando un individuo está nervioso o aterrado, suda.
Es importante destacar que el sudor está compuesto mayoritariamente por agua. Además contiene ácido urocánicotoxinas y diversas clases de electrolitos. Pese a lo que suele creerse, el sudor carece de olor: el aroma que se le atribuye, en realidad, se debe a bacterias que se forman sobre la piel a partir de la humedad que provoca el sudor.
Esa sustancia se produce en las glándulas sudoríparas, que pueden dividirse en ecrinas y apocrinas. Estas glándulas se distribuyen en distintas capas de la piel y permiten la secreción del sudor a través de los poros.
Aunque la transpiración es imprescindible para el organismo y la secreción de sudor es natural, existen trastornos de salud vinculados a este líquido. La hiperhidrosis aparece cuando un organismo produce una cantidad excesiva de sudor debido a una falla del sistema nervioso simpático. En este caso, la persona genera más sudor del necesario para la regulación de la temperatura, una particularidad que afecta su calidad de vida

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