3.1. RADIACIÓN. EVAPORACIÓN Y SUDOR.
Es la acción y efecto de irradiar (despedir rayos de luz, calor u
otra energía). Para
la física, se trata de la
energía ondulatoria o de las partículas materiales que se propagan a través del
espacio.
Existen diversos tipos de
radiación. La radiación
electromagnética es aquella supone la propagación de energía
mediante la combinación de campos eléctricos y magnéticos oscilantes. Se conoce
como espectro electromagnético a
la distribución energética de las ondas electromagnéticas, que van desde los
rayos gamma (cuya longitud de onda se mide en picómetros) hasta las ondas de
radio (con longitudes de onda que pueden medirse en kilómetros).
La radiación corpuscular consiste en la propagación de
partículas subatómicas que se desplazan a gran velocidad con carácter
ondulatorio. Dichas partícula pueden
estar cargadas o descargadas desde el punto de vista eléctrico.
La radiación solar es el conjunto de las radiaciones
electromagnéticas que emite el Sol y
que determinan la temperatura en la Tierra.
La radiación ionizante, por su parte, propaga la energía suficiente
para ionizar la materia. Esto quiere decir que la radiación ionizante produce
iones y extrae los electrones del estado ligado al átomo.
Los generadores de rayos X y los
aceleradores de partículas son ejemplos de radiación ionizante. Es importante
tener en cuenta que las radiaciones ionizantes producen efectos sobre la
materia viva. Por eso puede ser utilizada para tratamientos de radioterapia en oncología, por
ejemplo:
La radiación ionizante también
puede ser dañina para los seres vivos, ya que la exposición excesiva a este
tipo de radiación puede producir envenenamiento e interferir en el proceso
de división celular.
Es la acción y efecto de evaporar o evaporarse.
Este verbo, por su parte, hace referencia a la transformación de un líquido en vapor.
Durante el proceso físico denominado
evaporación, una sustancia líquida pasa lenta y gradualmente a un estado
gaseoso, una vez que haya adquirido la energía necesaria para aumentar su superficie. Es importante no
confundir este término con ebullición, ya que la evaporación no requiere de una
temperatura en particular; más aún, cuanto mayor sea ésta, antes tendrá lugar.
Cabe mencionar que se trata de
un fenómeno absolutamente necesario para el ciclo de la vida,
dado que el agua en estado gaseoso se condensa y se convierte en nubes, las
cuales recobran su forma líquida durante la lluvia, que mantiene fértiles
nuestros suelos. Asimismo, este regreso del agua a la tierra puede
darse a través de las nevadas, de rocío o de niebla.
Sobre la superficie de una sustancia
líquida, a menos que haya alguna obstrucción, una porción de sus moléculas se
encuentra en estado gaseoso; cuando ésta se equilibra se establece la presión
de la fase gaseosa saturante, que no está directamente relacionada con el
volumen, sino con la temperatura y el tipo de líquido. Si la cuantía de gas es
menor a dicha presión, entonces tiene lugar la evaporación, ya que un
porcentaje de las moléculas cambia de estado; por otro lado, si la presión es
igual a la de la atmósfera se da la ebullición.
Cuando muy pocas moléculas se
encuentran cercanas a la superficie y realizando un movimiento dirigido
correctamente para lograr salir del líquido en algún momento, el porcentaje de
evaporación es limitado. Más aún, dado que las que consiguen escapar son las
que poseen más energía que
las restantes, la sustancia sufre una reducción considerable de su temperatura
(esto se denomina enfriamiento
evaporativo, y tiene lugar durante el fenómeno de la sudoración).
Con respecto al sudor, cabe señalar
que durante su evaporación se elimina más de un veinte por ciento del calor de nuestro cuerpo, dado
que el agua posee un
calor específico particularmente alto y la energía que requiere para evaporarse
la resta de nuestro organismo, haciendo que su temperatura disminuya. Más
específicamente, para eliminar 1 g de
sudor son necesarias 0,58 Kcal;
éstas se obtienen de la piel, lo que ocasiona que se enfríe y eventualmente
afecte la temperatura corporal. Cuando una corriente de aire seco reemplaza al
húmedo, se ve un incremento en la evaporación.
Es posible distinguir entre
la evaporación insensible,
que se da a través de nuestro tejido cutáneo
(cuando la humedad del aire no alcanza el 100 por ciento) y por las fosas
nasales, y evaporación superficial,
que proviene de las glándula sudoríparas, las cuales existen en muchas partes
de nuestro cuerpo, pero sobre todo en la zona inguinal, las axilas, la frente y
las palmas de las manos y los pies.
Si la evaporación tiene lugar en un
contenedor cerrado, aquellas moléculas que consiguen escapar del líquido se
agrupan en estado gaseoso encima
del mismo y muchas de ellas vuelven a su forma líquida. Cuando este proceso de
ida y vuelta llega a un equilibrio (llamado evaporativo) ya no se
dan más transformaciones en la presión del vapor (que en este caso se
denomina saturado) ni en la
temperatura de la sustancia.
Para la hidrología, ciencia natural que estudia las
aguas, la evaporación es considerada una variable muy significativa cuando se
busca calcular el balance hídrico (la relación entre la entrada y la salida
de recursos hídricos durante
un período específico de tiempo) de las cuencas hidrográficas, sea total o
parcial, tomando en cuenta su superficie de origen
El sudor es un fluido
orgánico segregado por las glándulas sudoríparas. Lo habitual es que se genere a través de
la transpiración, que es un
mecanismo natural para la regulación de la temperatura corporal.
De este modo, cuando una persona transpira, las glándulas
sudoríparas producen sudor que luego se evapora. Este proceso contribuye a la
refrigeración del organismo, evitando que se caliente demasiado.
El sudor, por otro lado, puede
generarse a modo de respuesta ante
diversos estímulos que excitan el sistema
nervioso simpático. Por eso cuando un individuo está nervioso o
aterrado, suda.
Es importante destacar que el sudor
está compuesto mayoritariamente por agua. Además contiene ácido
urocánico, toxinas y
diversas clases de electrolitos.
Pese a lo que suele creerse, el sudor carece de olor: el aroma que se le atribuye, en realidad, se debe a
bacterias que se forman sobre la piel a partir de la humedad que provoca el
sudor.
Esa sustancia se produce en las
glándulas sudoríparas, que pueden dividirse en ecrinas y apocrinas.
Estas glándulas se distribuyen en distintas capas de la piel y permiten la secreción del
sudor a través de los poros.
Aunque la transpiración es
imprescindible para el organismo y la secreción de sudor es natural, existen
trastornos de salud vinculados
a este líquido. La hiperhidrosis aparece
cuando un organismo produce una cantidad excesiva de sudor debido a una falla
del sistema nervioso simpático. En este caso, la persona genera más sudor del
necesario para la regulación de la temperatura, una particularidad que afecta
su calidad de vida